Vamos en fila india tratando de salir de algín lugar; es como un laberinto de casas, hay muchas puertas y callejas estrechas, pero yo recuerdo vagamente una salida pues ya había estado antes ahi. Tenemos que bajas unas escaleras estrechas en espiral pero a mi me daba la impresión de que estabamos dando vueltas en circulo, tontamente al rededor de un eje. Juli se reía de mi cuando decia estas cosas y Juan nos iba guiando ahora. Cuando ibamos por el ultimo tramo de escaleras, abrimos la puerta de una casa y entramos para bajar un tramo más y pensé si habría gente, eso me angustió mucho, si había alguien pensaría que queríamos hacerles algo, estábamos dentro de su casa.
Iba pensando que eramos como un grupo de rateros cuando llegamos por fin al piso que queríamos llegar, y aterrizamos ahi de la manera mas curiosa, descolgandonos del techo, exactamente como si fueramos unos ladrones.
Nos encontrabamos en un salón muy grande, con muebles de ratán y paredes igualmente llenas de motivos en este materia y con biombos; mientras todos admiraban la belleza del lugar, que por cierto a mi me parecía de pésimo gusto, reconocí la puerta por la que se salía del laberinto y fui corriendo hacia ella; pero en ese momento se oyeron ruidos y la Juli hizo señas de que callaramos y nos escondiéramos señalando un sitio justo al lado contrario de la puerta que yo acababa de descubrir. Yo calculé que alcanzaría a salir antes de que nos vieran, no quería esperar un minuto más dentro de ese lugar, así que salí corriendo por la puerta, casi cayendo al cruzar el umbral.
Me encontré en la calle, en una calle normal, ya fuera del laberinto, estaba sola y frente a mi había un tipo que gritaba y yo sabía que era malo. Sentí que me había visto y sus acompañantes me empezaron a seguir. Comprendí que para que me dejaran en paz yo tambien tenía que fingir ser mala, asi que puse actitud de mala y cara de mala y cuando uno de los tíos me dio alcance y me tiró del hombro para hacerme girar, aproveché el impulso del giro y le metí un puñetazo en la nariz.
Lo dejé tumbado en el suelo buscandose donde le había quedado puesta la nariz (vaya, soy fuerte en mis sueños) mientras el otro salía huyendo, entonces me desperté.
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