O Historias junto al Fuego
No sé a quién le dió por suponer que los lunes nunca pasa nada. Así que en el hotel el turno de rondas nocturnas de seguridad le tocaba a los nuevos. Una noche -de un lunes evidentemente- uno de los seguratas -nuevos, claro- hacía la ronda nocturna. Le faltaba la mitad para terminar una vuelta completa, es decir que estaba casi en el punto más alejado de las oficinas, en el laberinto de habitaciones que había poco antes de llegar al teatro.
Dando vueltas por esa zona escuchó unos sollozos y tuvo que dar algunas vueltas para encontrar a la persona que lloraba. Acurrucado en un rincon en uno de los pasillos estaba un niño pequeño que lloraba desconsolado.
Cuando el guardia se acercó y le preguntó donde estaban sus padres el niño lo miró con los ojos muy abiertos y con sus manitas se restregó los ojos y enjugo las lágrimas que habian dejado una zona clara en un rostro manchado de ceniza. Sin responderle se levanto y le dio la mano.
El hombre lo llevó a la oficina donde estaba su compañero de guardia y juntos trataron de averiguar quienes eran los padres del niño, pero no habia ninguna llamada hecha desde las habitaciones esa noche a recepción preguntando por nadie. Con el apellido que el pequeño les dió no constaba nadie registrado en el hotel, asi que el niño se quedó en la oficina toda la noche sollozando y meciéndoce hacia atras y adelante en una silla mientras los dos seguratas se alternaban para hacer rondas por el hotel.
Cuando el personal empezo a aparecer a la mañana sigueinte, dejaron al niño un minuto en el cuartito mientras hablaban con el jefe de seguridad para que no escuchara, pero el jefe los miro con una cara extraña, como si le estuvieran tomando el pelo. Cuando entraron al cuartito no había nadie.
El jefe les contó que había muerto un niño con ese nombre en el incendio del hotel de unos cuantos años atrás y que mas de un miembo del personal del hotel lo había oído o incluso alcanzado a ver llorando en algun rincón del hotel por las noches. Inclusive algún huesped había llamado reportando los sollozos pero nunca nadie había hablado con él.
3 comments:
Es lógico que llore, esos guardas tan siquiera le ofrecieron un poco de chocolate caliente para tranquilizarlo.
Toda la eternidad solo y, casi seguro, hambriento. :(
Me encanta. La típica historia de miedo de acampada, pero contada como tiene que contarse, sin alardes y sin trucos como enchufarse en la cara una linterna.
Tampoco es que en ese hotel hubiera algún sitio donde conseguir algo de comer a esa hora. Eso si, si se hubieran acercado a la disco habían encontrado leche porque la utilizaban para algunos cocteles (doy fe de ello).
Javier: He pasado un sinfín de noches (ya sea al lado de hogueras o dentro de piscinas, a media noche o a medio día, en una playa o en otra, y a veces en la montaña o el desierto) escuchando historias de este tipo. Siempre me han fascinado, en cuanto siento que alguien se dispone a contar una historia de esas olvido todo lo demás y presto toda mi atención.
Hay quienes saben contarlas de verdad, que se te ponen los vellos de punta y después no puedes andar el camino a casa si vas sola. Yo no... ni lo pretendo. Pero si consigo, aunque sea un poco, crear un ambiente al contar esto, me quedo muy contenta.
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